Iba a empezar este post escribiendo que el 2015 fue un año en el que aprendí mucho, pero no. Este año no aprendí, este año viví.
En el 2015 me decidí a vivir. Hice cosas que siempre quise hacer, pero esta vez sin pensarlo tanto. Me pinté el cabello, viajé, me enamoré, dije ´te quiero´ y ´te extraño´. También aprendí a decir no.
Este año crecí mucho, sonreí demasiado, lloré de felicidad y caminé sin preocupaciones a la orilla del mar, recogí hojas de otoño y disfrute del verano. Este año entendí que todo tiene solución.
Este año tomé fuerzas para enfrentar cualquier cosa que la vida me pueda traer, porque ante cualquier adversidad me voy a aferrar a la esperanza de las miles de bendiciones y recuerdos que este año me deja.
El 2015 no se puede despedir sin agradecer a Dios por siempre llevarme agarradita de su mano, por haber mandado a una familia llena de defectos, pero repleta de amor. Porque cada día me permite levantarme y tener el trabajo de mis sueños. Porque ha puesta a seres humanos maravillosos en mi camino, que han venido a darme una lección de vida.
2016, no te pido que seas mejor que el año que hoy despido, solo te pido que ya no me dejes aprender, sino seguir viviendo.